El estado de ánimo del oyente es fundamental para percibir la música. Existen momentos en los que el oyente está deprimido, y es en esta ocasión cuando de puede producir el fenómeno llamado Achang-tumaya.
Hay ocasiones en las que el oyente, en ese estado depresivo, no escoge acertadamente la audición. Es entonces cuando se genera una sensación amarga, y una decepción de él mismo. Sin embargo, y esto es lo más paradógico, esta sensación no le deja si acaso cambiar la música y en contra de su propia voluntad oye al menos el primer tema hasta el final deseando que acabe de una vez por todas.
«…triste coloqué en el tocadisco aquel antiguo disco de jazz y en el mismo momento en el que sonó el primer sonido me quedé paralizado por mis propios recuerdos y tristezas, no podía dejar de pensar en todo aquello que me estaba asfixiando.»
Gantrul Lenida, Música y soledad (1967)