En su casa no estuvimos mucho tiempo, sólo el que nos dio para tomarnos un té templado y recoger algunas cosas. Después Salif me llevó por la ciudad, de un lado a otro riendo un poco de felicidad y otro por la sensación de los cigarritos que se fumaba cada vez que nos parábamos a hablar con alguien. En Moffou, un bar que tiene en el centro estuvimos de copas. Salif a pesar de todo se mostraba muy tranquilo y risueño, sobre todo risueño. Hablaba sobre Bob y Paul, y muchos otros que sólo conocía él…

…la conversación nos llevó hasta el mercado de Bamako. Precioso y colorido, aunque digámoslo todo un poco pestilente. Allí hizo unas compras un tanto secretas (ni yo supe qué fue lo que compró, aunque pronto lo comprobaría).

De nuevo en su casa me habló del respeto que debemos tener hacia nosotros mismos para poder respetar a los demás.
-Casi no me atrevo a contradecirte- le dije, -pero he de recordarte que las personas que más se preocupan de sí mismas acaban siendo las que menos respetan a los demás.-
-En mi casa siempre hemos dicho que hay dos tipos de respeto, el de los listos y el de los nobles.- Me contestó.
-¿Y cuál es la diferencia?.-
-Amigo mío, los listos sólo respetan al señor dinero.

En ese mismo momento recordé que hacía poco me habló de que «en su casa había dos tipos de ricos y muchos tipos de pobres». Así que me reí mucho cuando descubrí el misterioso secreto que se hallaba en el recurso. Él rió conmigo pero creó que no se dio cuenta de que nos reíamos de cosas distintas.