Sobre la mesa aún quedaba pan del día anterior, junto a éste otro caliente recién salido del horno. Sennik que en esta ocasión era nuestro anfitrión cogió el pan duro y lo cortó en rebanadas muy finas, y a todos los invitados, artistas destacados de la época, les dio sendas onzas.
Nos llevamos hablando hasta la hora del té.
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Cuando ya estábamos cogiendo los abrigos para salir por aquella puerta que dejaba pasar una luz fría, algunos de nosotros preguntó: -¿no te pareció descortés ofrecernos aquel pan del día anterior?-. A lo que Sennik contestó: -no hay mejor honor que ofrecerle a tus amigos el más sentido de los valores: la austeridad, y con orgullo muestro que no tiro ninguna comida-, y añadió: -qué mejor momento que mostrarlo que cuando te encuentras rodeado de gente tan importante -.
Sennik siempre fue muy conservador en sus palabras y un revolucionario en sus acciones.